Pendientes de los bancos centrales

Pendientes de los bancos centrales

Es muy probable que, de los muchos aspectos que tuvieron influencia para la marcha de los mercados de activos en 2022, los más relevantes de todos fueron las decisiones de los bancos centrales con respecto a las subidas de tipos de interés o, para ser más exactos , las expectativas que los inversores usaron con respecto a dichas subidas. Porque si algo ha quedado claro en todo este camino es que, en buena medida, los agentes financieros no terminan de fiarse de los organismos monetarios internacionales.

Es muy posible que la raíz de este divorcio entre lo que opinan los analistas y las políticas de los bancos centrales, comience a forjarse en 2021, cuando tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo no dejó de utilizar a la incipiente inflación como “esencialmente transitoria”. A estas alturas queda ya muy claro que ambas instituciones han ido muy por detrás de la curva de tipos, lo que ha contribuido en gran medida a que hoy, las subidas de precios sean el asunto macroeconómico más importante al que tenemos que hacer frente a corto plazo. Sin duda, la guerra en Ucrania ha tenido también impacto en el ámbito inflacionista durante el año pasado. Pero ha sido un factor coadyuvante, no la razón principal, cuyo germen está en el desequilibrio entre oferta y demanda, tras el impacto de la pandemia Covid 19.

Así con todo, comenzamos una semana en la que el principal foco de atención económica estará centrado en las reuniones de y . Como telón de fondo, no lo olvidemos, tenemos las pasadas comparecencias de diciembre, en las que tanto Jerome Powell como Christine Lagarde, literalmente, asustaron a unos mercados financieros que empezaban a entrever algo de brisa de cambio en el régimen de subida de tipos de interés. Ello tuvo un efecto realmente terrible sobre las cotizaciones de bolsa y, sobre todo, de bonos, que en muchos casos cerraron el ejercicio marcando los mínimos de año.

No está de más bancos comentar que tras este cierre de ejercicio tan complicado, las cotizaciones de la renta fija han pasado una cierta fase de recuperación -eventualmente podemos decir un rally- que vuelve a poner en evidencia ese divorcio entre inversores y centrales. No es menos cierto que, en los últimos días, estamos viendo un claro movimiento de vuelta, en previsión a un nuevo y duro mensaje por parte de Powell y Lagarde. Más vale curarse en salud. Y esta incertidumbre, lógicamente, se traduce en volatilidad.

Mientras tanto, las bolsas parecen funcionar a otro ritmo, pendientes más de unos datos de crecimiento que, aunque muestran una clara desaceleración a nivel global, no terminan de reflejar una severa recesión, como parecían inferirse en algunos momentos de 2022. En ese sentido, el comienzo de año en renta variable está siendo espectacular, tanto en valores growth como value, por cierto. Tal vez, diríamos, demasiado espectacular, al menos hasta que tengamos algo más claras las inferencias de beneficios empresariales para el año. Algo que va a venir muy de la mano del crecimiento esperado que, no lo olvidemos, puede verse influenciado (negativamente) por un mayor impacto sobre la economía de nuevas y mayores subidas de tipos de interés.

Llegados a este punto, debemos resaltar un aspecto que, tal vez, ha pasado algo inadvertido, y es que los mercados financieros están volviendo al negocio como de costumbre, en materia de conexión entre noticias macro y movimiento de índices. En esencia, buenos datos económicos dan lugar a subidas de bolsa. Esto, que parece lo normal, no es lo que ha sucedido durante 2022: básicamente, cada dato macro mejor de lo esperado (especialmente los referidos a crecimiento y empleo) se interpretaba como una “excusa” para que los bancos centrales subieran tipos. Esto ya no es así. Al menos, de momento.

Por todo ello, máxima expectativa con respecto a las reuniones del BCE y de la Reserva Federal, con todo el mercado pendiente de las señales que ambos organismos darían con respecto a futuras subidas de tipos. Es evidente que este ciclo de subidas va a continuar un tiempo. Los datos de IPC, sin ir más lejos el último en España (con una inflación subyacente realmente preocupante), así nos lo dictan. Pero queda por determinar la velocidad de estos movimientos al alza y, sobre todo, el nivel final de llegada de los tipos. Esto va a tener un impacto inmediato sobre cotizaciones de bonos y bolsa. En ese sentido, precaución a corto plazo.

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