Siguen los homenajes al gran Antonio Seguí en París

Siguen los homenajes al gran Antonio Seguí en París

antonio seguí fue recordado y homenajeado esta semana en París. Los amigos, la Maison de la Amerique Latine, la Galería Claude Bernard, que lo descubrieron en los años 60, los coleccionistas y el Maestro Raúl Barboza lo celebraron. Un Maestro. Un grande de la pintura, de la escultura, la ilustración y el grabado.

El cordobés que vivía en París como si fuera Villa Allende. Genial, refinado, con enorme sentido del humor y, sobre todo, generoso con todos los que se iniciaban, con que recién llegaban.

El más internacional y conocido de los artistas argentinos y el más argentinos de los Maestros en el exterior.

Clelia Taricco, Julio Le Parc y Yumiko Seki.  Fotos Noel Smart


Clelia Taricco, Julio Le Parc y Yumiko Seki. Fotos Noel Smart

Sus obras menos grabadas, menos vistas en años, más figurativas, el estilo que pintó en sus primeros años en París, quedaron expuestas en la Maison de la Amerique Latine, en el Boulevard St. Germain.

Allí estaban Clelia Taricco, su mujer, sus hijos Octavio, y Bogdán y algunos de los nietos de la gran familia. Discretos, tímidos, emocionados frente al cariño, el reconocimiento y admiración a “Antonio”.

En la Maison de la Amérique Latine, su presidente, el embajador e historiador francés Alain Rouquie lo definió mejor: ”Una vida bien vivida, he perdido un amigo y un gran artista”, dijo.

Allí grabó historias que pocas recuerdan: cuando Antonio jugaba al golf en Córdoba con Ernesto “Che” Guevara, su compañero de colegio, a quien le ganaba facilmente al tenis. Pero “era un gran jugador de golf”. Eran las épocas de las familias tradicionales en las sierras de Córdoba y los Seguí, que habían llegado desde Menorca, eran uno de ellas.

“El no era bueno jugando al tenis”, aseguró Seguí, “pero al golf no había quien le ganara”.

Una obra de arte con toda la impronta de Antonio Seguí.  Fotos Noel Smart


Una obra de arte con toda la impronta de Antonio Seguí. Fotos Noel Smart

«Un interior elegante»

Carlos Abud fue uno de sus grandes amigos. Antonio lo miraba y se divertía. “Me hace reír. Es inteligente, astuto y noble”, repetía cuando Abud, empresario exitoso que vive entre Uruguay y París, ex alumno del Nacional Buenos Aires, lo visitó, compartió los asados ​​del atelier o sus vacaciones y su amor por el arte, con su museo privado en las cumbres de la Ballena, en Uruguay.

En su homenaje, un Abud emocionado pero sin perder la sonrisa, lo grabó como “un interior elegante”.

Todos asimilan a Seguí contra zapatos bicolores, su sombrero azul, negro o marron, sus pantalones colorados o amarillos, su impecable sastrería, su pochet en el saco, su amor al sol.

Era un Dandy. Pero esta elegancia era algo más que una perfecta armonía, como sus obras. “Venía de adentro, era interior”, repetía Abud. Eran las palabras que todos querían decir. “Usted”, le gustó decir a Seguí a la gente que quería. No le gustó tutear.

"Era un dandy", así lo describieron sus amigos.  Fotos Noel Smart


«Era un dandy», así lo describen sus amigos. Fotos Noel Smart

En su último viaje a Córdoba, los dos equipos adversarios históricos –Talleres y Belgrano– se unieron en la mitad de la cancha para homenajear al Gran Maestro de la provincia, en un día de clásico. Le ofrecieron los dos su camiseta con un 10 en la espalda y su nombre escrito.

Seguí Decía en una y Antonio en la otra. Fue su último verano en Córdoba, su gran y predestinado Adiós a su provincia, antes de morir en el Hospital Alemán, tras una caída en el café La Biela, el pasado 26 de febrero.

«El optimista de la vida»

«Antonio era un optimista de la vida». Así lo grabó Abud. A los 88 años, ya preparó la fiesta de sus 90. Segui estaba feliz trabajando hasta los domingos, con Clelia, su mujer, con los chicos y los nietos, que se reunían para comer sus asados ​​en el taller, como el llamaba a su histórico atelier en Arcueil, a 12 minutos de París. La única concesión era una corta siesta.

Raúl Barboza, el Maestro del acordeón que vive en París, recibió a su amigo Antonio, con quien se encontró en el médico la última vez. Lo homenajeó con un vals porque “era un romántico”.

Raúl Barboza, el Maestro del acordeón que vive en París, recibió a su amigo Antonio, con quien se encontró en el médico la última vez.  Lo homenajeó con un vals porque “era un romántico”.  Fotos Noel Smart


Raúl Barboza, el Maestro del acordeón que vive en París, recibió a su amigo Antonio, con quien se encontró en el médico la última vez. Lo homenajeó con un vals porque “era un romántico”. Fotos Noel Smart

Sin Antonio, Cristina Ruiz Guiñazú y el pintor holandés Pat Andrea no se casaron. Ella llegó a París enamorada y con un supuesto departamento prestado, que no existía. Antonio le ofreció un lugar para dormir en su taller, la contrató como su secretaria y ella comenzó lo que sería una larga carrera artística.

Octavio Seguí lo extraño. Es su hijo y su gran cómplice. Artista como él y profesor de arte, “me sumergí en el trabajo para bloquear. Me hace bien”, confesó, rodeado por abrazos y los amigos de su papá.

El homenaje de Claude Bernard

La galería de arte Claude Bernard es una institución parisina. Desde 1957, su director actual expone a los grandes y descubrió a Seguí en los años 60, en una Bienal en París. Desde entonces lo exponen, pero Bernard y Seguí se volvieron inseparables. Desde Alberto Giacometti a Pablo Picasso, Alfred Kubin, Richard Lindner, Balthus. Genevieve Asse, Francis Bacon, todos son artistas que pasaron por allí. A los 94 años sigue descubriendo talentos y celebrando a sus artistas.

En la galería Claude Bernard y Clelia Taricco, su esposadecidir recordar las obras iniciales de Antonio, aquellas más figurativas, en otro estilo que el hombrecito que se apoderó de los sus series en los últimos años. Desde la serie de los dictadores a los paisajes de los años 70, que pocos habían visto. Se cuelgan 13 obras, que se exhiben hasta el 2 de octubre en 7 rue de Beaux-Arts.

“Mi idea fue mostrar obra que hacía mucho tiempo que se mostraba. Hacer una pequeña selección de los años 70, 80 y algunas cosas de los 60. Todos vienen de colecciones privadas”, contó Clelia Taricco, su esposa.

Clelia cree que “era el momento justo y el lugar para rendir este homenaje”, en la Galería y con el amigo que lo acompañó a lo largo de su carrera.

Allí estaban sus hijos Octavio, Bogdán, Berenice y Sol y sus 13 nietos, emocionados de ver las obras de un padre y un abuelo que habían visto hace tantos años. Los demás viven en Argentina.

Antonio Seguí, el optimista de la vida.  Fotos Noel Smart


Antonio Seguí, el optimista de la vida. Fotos Noel Smart

Del arte figurativo al hombrecito

Seguí se coloca en la primera fila del movimiento llamado “La nueva figuración”. En el centro de su obra está el hombre, una figura emblemática en la mayor parte de su creación. Una silueta ubicada en la depresión urbana o en la tranquilidad del campo y en ambos casos, reflejando su comportamiento social.

En toda su obra se destaca el humor y la ironia para criticar todo aquello que altera su conciencia. Explora el interior de las personas, en un claro análisis de sus conflictos y estados emocionales que estos le producen.

Pertenece a la ONU expresionismo satírico, haciendo referencia a la historia política de Latinoamérica, donde son representadas y criticadas personalidades del poder, los militares y la iglesia. Una crítica a los comportamientos sociales anómalos.

ES una figura mayor de la narración figurativa, cuyo trabajo se dio a conocer en Europa en la ocasión de la Bienal de París en 1963. Realizó exposiciones en los grandes museos del mundo y su obra se encuentra en las principales colecciones públicas y privadas. Obtuvo más de 40 premios y condecoraciones internacionales.

Seguí siempre pintó por series y en cada una de ellas expresó su propio universo. Una obra que abarca pinturas, litografías, estampas, grabados y esculturas, impregnada de nostalgia y poesía.

En su última serie, un personaje vivaz y múltiple siempre con su sombrero registra una ciudad desordenada, expresando las situaciones cotidianas de la vida. Un hombrecito anónimo (aunque muchos piensan que es él, pero que llamaron Gustavo) nos guía gráficamente a través de acciones sociales que nos son propias.

Seguí es la unión de George Grosz y Otto Dix, la caricatura y el expresionismo. Muchos críticos afirman que fueron sus grandes inspiradores del principio.

Fue un hombre generoso con los amigos, con los estudiantes, con todo el que se le acercaba, con el país y con las instituciones. Su taller siempre tuvo las puertas para todo el que quisiera visitarlo, a quienes acogieron con un compañero y un recorrido orgulloso por su colección de arte precolombino y africano, en esa enorme mansión que perteneció a Raspail en Arcueil, donde descansaron en paz.

Antonio Seguí (1934-2022).  Fotos Noel Smart


Antonio Seguí (1934-2022). Fotos Noel Smart

En la galeria argentina expuso tres veces en forma individual, una muestra de grabados, otra de esculturas y una gran retrospectiva curada por Clelia, su mujer, más una decenas de veces en exposiciones colectivas, donde fue invitado a participar. Eduardo Carballido, director y curador en la Galería Argentina lo recuerda y describe su arte.

“La obra de Seguí es una escena teatral, donde se refleja con humor la crítica a lo podrido de una sociedad. Una obra de él te conduce pacíficamente a la reflexión. Es el arte con sentido profundo. Es la existencia misma llevada a la ficción. Trabajar con Seguí fue una satisfacción inolvidable. Su obra era el realismo mágico”, contó Carballido, por quien Seguí sintió un enorme respeto.

El adios de los amigos

A la Galería Claude Bernard llegaron el Maestro Julio Le Parc, Mario Gurfein, Manuel Cancel,Pat Andrea, Magdalena Ruiz Guiñazú,Natale, Monser, entre tantos otros. Todos amigos que recuerdan no solo el talento sino la generosidad de Antonio Seguí a lo largo de su vida. La embajadora argentina en la UNESCO, Marcela Losardo vino corriendo, a pesar de estar recién llegada de la ONU en Nueva York.

after claudio bernardo invitó a 143 amigos y coleccionistas a celebrar a Seguí en el Bistró de Paris, un restaurante donde el come todos los días, en la rue de Lille. Foie Grass, bifes, frutas rojas. Una larga noche con risas, emociones y recuerdos para Antonio, que detestaba ser llamado Maestro. Un solo ausente: el embajador argentino en París, Leonardo Costantino.

París. corresponsal

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