Se sabe que cuando se trata de un bien material, las personas solemos actuar de forma irracional: consideramos que los objetos que poseemos son más valiosos por la sencilla razón de que son nuestros, y lamentamos más una pérdida de lo nos alegra una ganancia equivalente. Estas distorsiones cognitivas («efecto de dotación» y «aversión a la pérdida», respectivamente) se producen con los bienes físicos o el dinero, pero también cuando se trata del conocimiento. En pocas palabras: tratamos la información de forma similar a las posesiones, según ha constatado un equipo de investigadores de las universidades de Innsbruck y Pittsburgh. Los resultados se publican en Ciencias Psicológicas y Cognitivas.
Para su estudio, los autores solicitaron a 400 personas que decidieran si querían aprender tres hechos de forma inmediata o si preferían esperar y, de ese modo, «ganar» mayor información más adelante. Los participantes que eligieron la segunda opción consideraron que, de esa manera, no sufrían ninguna pérdida. No obstante, ese supuesto éxito se manipuló de forma sutil: se solicitó a todos los voluntarios que eligieran entre tres o cuatro datos. Los experimentadores habían explicado previamente a algunos de ellos que los tres datos se habían reservado en especial para ellos, lo que les dio la impresión de que tales conocimientos les «pertenecían». A continuación, se les indicará que eligieran entre esas tres informaciones o las otras cuatro. De los participantes que se les había sostenido la posesión del trío de conocimientos, el 68 por ciento prescindió de los cuatro datos, al parecer, porque tal opción les transmitía la sensación de una pérdida de su propiedad intelectual. En cambio, de los otros sujetos, más de la mitad escogió el paquete de cuatro informaciones.
Los economistas del comportamiento suelen considerar que el valor de la información se halla en que puede ayudar a tomar mejores decisiones. Sin embargo, en el estudio se utilizaron conocimientos sin ninguna utilidad práctica (entre ellos, la respuesta a la pregunta: «¿En qué país es el unicornio el animal nacional?»). El hecho de que la información constituye una especie de posesión para nosotros y adquiere valor por ese motivo también se refleja en el lenguaje. De esta manera, hablamos de interactuar con la información como lo haríamos con un bien físico («consumir contenidos», por ejemplo) y describimos nuestro apego a las creencias personales del mismo modo que el apego a las pertenencias personales («aferrarnos» o « desprendernos» de nuestras creencias). «A menudo hablamos del conocimiento como si lo consumiéramos», afirma Christopher Olivola, coautor del estudio.
Antón Benz
Referencia: «La aversión a la pérdida, el efecto de dotación y las preferencias de formas de encuadre de ganancias y pérdidas para la información no instrumental». Yana Litovsky et al., publicado en línea en Ciencias Psicológicas y Cognitivasagosto de 2022.