Al Servicio de Su Majestad
bruno hellerresponsable de El mentalistatambién estuvo al frente de Ciudad Gótica, que narraba los orígenes del Comisario Gordon, fiel aliado de Batman. En esta ocasión hace lo propio con Alfred Pennyworth, su mayordomo, al que se retrata durante su juventud en los años 60 en Londres, cuando acaba de finalizar su servicio como piloto del SAS. Mientras pone en marcha su propio negocio de seguridad privada, acepta trabajar como portero en un exclusivo club londinense, donde salva a Thomas Wayne de unos matones. Acabará trabajando con éste y con la intrépida agente Martha Kane para la organización La Liga Sin Nombre, que intenta acabar con los planes de la siniestra sociedad Raven para controlar el parlamento británico y matar a la reina Isabel II.
Se agradece que la serie esté concebida para cualquier espectador, sin que se presupongan grandes conocimientos sobre Batman, hasta el punto de que podría disfrutarla cualquiera que jamás hubiera visto una película o un cómic de este personaje. De hecho, podría haber sido una serie independiente, sin ninguna relación con el Hombre Murciélago, salvo porque además aparecen Alfred, y además Thomas y Martha, futuros padres de Bruce Wayne, y por referencias a villanos y otros elementos del famoso personaje. Cabe preguntarse si existe demasiado pánico para crear ficciones originales, sin el respaldo de una franquicia ya conocida.
Por lo menos, habla sobre lealtad y patriotismo, con guiones más trabajados que los de la mayoría de series contemporáneas de superhéroes DC, que se limitan a presentar al protagonista combatiendo con el archivillano de turno. En el apartado interpretativo, realiza un gran trabajo jack-bannon en la piel del protagonista, haciendo olvidar temporalmente a grandes actores que le han dado vida en la pantalla, como miguel caine, cuyo acento cockney imita en la versión original. La cantante habitual Paloma Fe Muestra actitudes como la villana Bet Sykes. La poco conocida Jessica Ellerby sorprende con un retrato de una dinámica reina que tiene poco que ver con la auténtica Isabel II.