/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/KYL6AWGTW5DRXAFW3UE66Q7NWU.png)
Entre los siglos. VI y II a. C., en lo que ahora es el término municipal de Solosancho (Ávila)se levantó un núcleo urbano fortificado (oppidum) de unas 60 hectáreas. En él vivían aproximadamente 1.500 personas que ocupaban 300 viviendaslo que lo convertia en el centro vetón (una tribu céltica del centro y oeste peninsular) más importante del valle del Amblés, muy próximo a la actual Ávila. A finales del siglo XIX este gran oppidum con murallas de seis metros de altura, conocido como Ulaca, fue descubierto por los arqueólogos, pero no fue hasta principios del XX cuando comenzaron las investigaciones sistemáticas, unos trabajos que devolvieron a la luz las ruinas de un santuario, saunas rituales, un altar, viviendas, murallas y los restos de un torreón de ocho metros de altura. Esta última edificación, calificada de “insólita” por los expertos de las universidades Complutense de Madrid y Sheffield (Inglaterra), ha sido ahora reconstruida por primera vez digitalmente y muestra el aspecto de una construcción desde la que se gobernaba la ciudad, se rezaba a los dioses y se vigilaba la de enemigos.
“La simulación visual y la reconstrucción en arqueología son herramientas poderosas que no solo sirven para generar imágenes que iluminan aspectos del pasado de una forma atractiva y sencilla, sino que permiten trabajar en la interpretación histórica”, señala el estudio Reconstrucción virtual en 3D del torreón del oppidum de Ulaca: mucho más que una imagen, firmado por los investigadores Jesús Rodríguez-Hernández, Jesús R. Álvarez-Sanchís, Pablo Aparicio-Resco. Miguel Ángel Maté-González y Gonzalo Ruiz-Zapatero, de las universidades Complutense y Politécnica de Madrid y la empresa Par. Arqueología y Patrimonio Virtual.
La torre se asentaba sobre una planta de 14 por 10 metros y desde ella se dominaba una gran extensión habitada del valle de Amblés. Se erigió junto a un manantial permanente, en la parte superior del cerro donde se levantaba Ulaca. Esta ubicación tan estratégica lleva a plantear a los investigadores que en ella pueden converger tres funciones: defensiva, pública y relacionada con el uso del agua en los ritos de tradición céltica.
Para precisar y confirmar esta triple función, los arqueólogos han emprendido en los últimos años trabajos fotogramétricos, prospecciones geofísicas y excavaciones. Así hallaron, a unos 20 metros de distancia del torreón, una gran construcción rectangular ―de la que ignoran sus funciones― y un “vano de un metro de longitud orientado a la puesta del sol” por el que se accedía a la atalaya. “Hemos llevado a cabo la reconstrucción virtual en 3D del torreón de Ulaca”, se lee en el informe, “[solo] a partir de las evidencias físicas existentes sobre dicha construcción, las inferencias comparativas científicamente razonables y, en general, todos los estudios llevados a cabo por los arqueólogos y demás expertos vinculados con el patrimonio y la ciencia arqueológica.”
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Al tratarse de una reconstrucción basada en una excavación inconclusa, los expertos califican su reconstrucción de “ficción consensuada”, pero basada en evidencias. Según sus indagaciones, la atalaya de UIaca contaba, lógicamente, con una serie de ventanas en los pisos superiores, ya que desde ella se realizaron labores de vigilancia y control. Como se sabe que la muralla del oppidum tenía una altura de seis metros, la torre-vigía debía superarla, por lo que los arqueólogos proponen que se alzase ocho. Si, además, la construcción tenía un uso público político-religioso al tratarse del edificio más destacado del asentamiento urbano, las plantas inferiores resultarían los lugares más adecuados para celebrar reuniones.
La cubierta de madera del edificio, además, debería ser a dos aguas y con un recubrimiento vegetal, siguiendo los modelos propios de la arquitectura céltica tradicional. “El uso de madera en la techumbre y en los suelos está atestiguado en otros yacimientos del mundo vetón, como La Mesa de Miranda o El Raso de Candeleda (Ávila)”. Además, en el caso de Ulaca, en las excavaciones realizadas en las inmediaciones de la puerta de acceso se han hallado carbones de gran tamaño que podrían corresponderse con restos de vigas, tablones o postes.
“El torreón de Ulaca fue, sin duda alguna, una construcción insólita en el mundo vetón del Occidente meseteño, al ser una construcción elevada. Las casas de los vetones eran de una sola altura y no tenemos evidencias de la existencia de estructuras domésticas o de otro carácter más complejo”, sostiene el artículo científico.
Los investigadores recuerdan, por eso, “su excepcionalidad constructiva y su posible significación simbólica como elemento central y esencial de la comunidad. Su evidente facilidad de visualización en épocas posteriores, cuando Ulaca era ya un despoblado en ruinas tras el abandono de las gentes de finales de la Edad del Hierro [hacia la actual de Ávila]sería factible que este edificio fuera objeto de alguna atención a lo largo de las centurias siguientes” y se mantuviera más tiempo
Los investigadores concluyen: “Ver el pasado material equivale a construir imágenes diferentes que nos hagan más conscientes de sus fortalezas, pero también de sus debilidades. La arqueología es la disciplina de lo fragmentario, y las reconstrucciones visuales actúan como pegamento de la materialidad fragmentada del pasado. No para imaginarlo completo, cerrado y unívoco, sino para seguir pensándolo a través de imágenes. Porque las reconstrucciones visuales en 3D son mucho más”.