Las fresas son muy apreciadas por su agradable aroma y su efecto estimulante del apetito. Sus sustancias aromáticas actúan sobre los nervios del olfato y el gusto. De hecho, cuando estos frutos se transforman en mermelada o compota pierden, en gran medida, sus propiedades.
No es un secreto que esta fruta es fácilmente digerible. Gracias a su fibra, pigmentos, ácidos y enzimas, las fresas ejercen un efecto laxante, facilitando y regulando las funciones intestinales. Incluso, su riqueza en minerales básicos les confiere la propiedad de estimular el metabolismo.
Ahora bien, hay personas que sufren de urticaria cuando consuma fresas. Esto se debe a que en algunas personas con ciertas patologías intestinales, el consumo de esta fruta puede desencadenar la aparición de pequeñas erupciones rojas en la piel.
En ese sentido, la ciencia destaca que esto suele ocurrir debido a que las proteasas presentes en las fresas pueden atravesar las paredes del intestino dañado, pasando a la sangre y provocando esta reacción.
Pero en líneas generales, las contraindicaciones de las fresas son muy escasas. Por su acidez, debe principalmente a los ácidos cítrico y málico, debe consumirse con prudencia en caso de patologías estomacales.
Tenga en cuenta
Tampoco deben consumirse en las primeras fases de la diarrea. Además, por su contenido en salicilatos deben evitar aquellas personas que presenten intolerancia a la aspirina (ácido acetilsalicílico). De todas formas, siempre será conveniente consultar antes con su médico el consumo de esta frutas.
Pero por su bajo aporte en sodio y alto en potasio, las fresas están indicados en caso de padecer hipertensión arterial. También son excelentes para la anemia ferropénica por su riqueza en hierro y vitamina C, que favorece la absorción de este mineral.
Al mismo tiempo, por el poder antioxidante de la vitamina Cse atribuye a las fresas “un efecto protector contra el cáncer”.
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